¿Cómo acompañar a nuestros hijos en su juego?

El juego es una actividad que aparece prácticamente desde el inicio de la vida del niño, haciéndose progresivamente mas sofisticado a medida que el niño va creciendo y con él sus características evolutiva.

El juego influye en el completo desarrollo del niño, a todos los niveles, por lo que comprender su implicación nos ayudará a acompañar a nuestro hijo de manera que participemos directamente en su crecimiento intelectual y emocional.

Durante los primeros meses de vida, el juego y la estimulación lúdica favorecen el desarrollo psicomotor, el lenguaje y la capacidad de simbolización. Además, esta actividad fortalece nuestros lazos emocionales con el bebé, repercutiendo directamente en la socialización y en el desarrollo afectivo.

En estas primeras etapas será importante el juego con las figuras de referencia, de forma que se afiance el vínculo. Podemos jugar con sonidos, canciones y movimientos acompasados. Los colores y las formas son muy atractivos en estos momentos por lo que cualquier actividad relacionada con ellos será entretenida y enriquecedora. Además, es importante tener en cuenta que los primeros meses de vida son un momento de descubrimiento y exploración, por lo que acompañar al bebé en este proceso facilitará el desarrollo en todos los aspectos.

A medida que el niño va creciendo, su capacidad de juego aumenta progresivamente, y muchas funciones cerebrales pueden ser estimuladas con juegos sencillos.

La memoria, la atención, la percepción son áreas cognitivas que se ponen en juego en las actividades lúdicas diarias, sin tener que acudir a recursos complejos. Juegos de parejas, memory, rompecabezas y la “búsqueda del tesoro” son juegos sencillos que podemos poner en práctica con facilidad.

En estos momentos, será importante favorecer la autonomía del niño evitando dar excesivas instrucciones. Así favoreceremos el entrenamiento en las funciones ejecutivas y en la creatividad.

También es interesante prestar atención al juego simbólico, aquel en el que el niño crea y fantasea con mundos imaginados por él. Este tipo de juego es ideal para la creación de experiencias, ensayar situaciones y construir un mundo interior rico y complejo.

En este juego podemos participar de forma activa, dejando a un lado nuestra parte adulta, y adentrándonos en su mundo de fantasía. Jugando de manera simbólica facilitamos la gestión emocional, la creación de alternativas y reforzamos el vínculo afectivo con nuestro hijo.

Tratar de rescatar juegos tradicionales y mantener al margen las nuevas tecnologías favorecerá el desarrollo intelectual y emocional de nuestros hijos. Y, si además favorecemos el juego con otros niños, colaboraremos en el desarrollo del área social.

El juego es el mundo del niño, es su manera de expresarse, su forma de ensayar su personalidad, y la vía para crear aprendizaje. Acompañar a nuestros hijos en el juego es participar de forma activa en su desarrollo, y además, poder volver a disfrutar de los beneficios que esta actividad también tienen para el adulto. Volver a ser niños con nuestros hijos es un regalo para ellos, para nosotros y para nuestra relación.

Artículo elaborado por Blanca Santos, Psicoterapeuta Infantojuvenil de Psicólogos Pozuelo